El cuento de las dos tinajas 

Desde SEG nos gustaría compartir con los lectores de nuestro blog un cuento de origen indio, cuya moraleja es especialmente relevante para los tiempos que corren. Se conoce como “el cuento de las dos tinajas”.

Hace muchos años, un vendedor de agua repetía cada mañana el mismo ritual: colocaba sobre sus hombros un aparejo que tenía, y a cada punta del aparejo amarraba una tinaja. Después salía al camino del río, llenaba las dos tinajas y regresaba a la ciudad para entregar el agua a sus clientes.

Así hacía cada día.

Pero una de las tinajas tenía muchas grietas y dejaba filtrar mucha agua. La otra tinaja era nueva y estaba muy orgullosa de su rendimiento, ya que su dueño obtenía mucho dinero con la venta del agua que ella llevaba.

Al cabo de un tiempo, la pobre tinaja agrietada, que durante años se había sentido orgullosa como lo estaba ahora su compañera por tener un alto rendimiento, se fue acomplejando y entristeciéndose al sentirse inferior a la otra. Tanto, que un día decidió hablar con su patrón para decirle que la abandonara, por ser ya casi inservible.

-¿Sabes? -le dijo muy triste-, soy consciente de mis limitaciones. Yo sé muy bien que conmigo tú dejas de ganar mucho dinero, pues soy una tinaja llena de grietas y, cuando llegamos a la ciudad, estoy ya medio vacía. Ya no hay nada que hacer. Por eso te pido que perdones mi debilidad. Compra otra nueva que pueda hacer mejor el trabajo, y abandóname a mí en el camino. Ya no te sirvo…

-Muy bien- le contestó el dueño-; pero ya hablaremos con más calma de esto mañana.

Al día siguiente, de camino hacia el río, el vendedor de agua se dirigió a la pobre tinaja agrietada y le dijo:

-Tinaja, fíjate bien en la orilla de la carretera y dime lo que estás observando.

La tinaja agrietada, miró la vereda de la carretera y respondió:

-Nunca me había fijado, pero, en honor a la verdad, me doy cuenta de que el borde de la carretera está lleno de flores. ¡Es algo muy hermoso!.

-Pues bien, mi querida tinaja- repuso sonriente el vendedor-, quiero que sepas que, si la orilla del camino es como un bello jardín, es gracias a ti, ya que eres tú quien la riegas cada día cuando regresas del río. Hace ya mucho tiempo que me di cuenta de que tú dejabas filtrar mucha agua. Entonces yo compré semillas de flores de toda clase y, de camino hacia el río, una mañana las sembré en la orilla de la carretera; y tú, al regresar del río, sin saberlo y sin quererlo, estuviste regando mi siembra. Y así todos los días, gracias a tus grietas, muchas semillas nacieron, los botones se abrieron, y cada día gracias a ti puedo cortar unas flores, preparar unos ramilletes y venderlos en el mercado de la ciudad.

Y el buen hombre, inclinándose sobre el camino, comenzó a escoger las mejores flores del día para preparar sus ramilletes.

Y esta vez la tinaja regó aún mejor el camino con el agua que perdía de entre sus grietas y la que brotaba agradecida de sus ojos.


Feliz Navidad para todos, y que 2023 llegue lleno de buenas noticias.

 

 

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